EL KARMA DEL MENTIROSO

marzo 01, 2023










LAS TRAMPAS DEL LENGUAJE NO VERBAL

Las personas poseemos dos maneras fundamentales para comunicarnos oralmente: el lenguaje verbal y el no verbal. Ambos están presentes en todas nuestras comunicaciones. La forma verbal expresa de manera explicita el contenido cognitivo que se quiere transmitir, la no verbal le acompaña y ciertamente puede ser un indicativo que denote la coherencia (o incoherencia) del mensaje verbal. El lenguaje verbal puede ser engañoso. La persona puede estar diciendo alguna cosa mientras piensa de manera completamente diferente a lo que dice, o sea, puede estar engañando abiertamente con mentiras a su interlocutor. Esto que sucede con el lenguaje verbal es mucho más difícil con el lenguaje no verbal- también conocido como lenguaje corporal-, dado que este es más difícil de controlar conscientemente. En las personas, existen gestos corporales, una expresión facial y una postura general que indican lo que sienten cuando hablan. Solo hace falta que quien escucha los sepa interpretar.

El lenguaje corporal tiene gran influencia en la impresión que se genera en las personas cuando se les lleva un mensaje. Existe un conjunto de signos que se emiten de manera inconsciente al hablar, que pueden ser utilizados como un criterio de credibilidad sobre lo que se dice si saben interpretarse correctamente . Detectar cuándo una persona miente puede ser muy conveniente, es por eso que aprender a observar el lenguaje corporal e identificar en él signos no habituales al hablar o signos que contradigan el significado de lo que se dice, puede ser muy importante en términos de alcanzar una comunicación interpersonal eficaz.

Es cierto que el control del lenguaje corporal puede ser entrenado. En la historia se recogen ejemplos de personas que fueron agentes de inteligencia y por mucho tiempo representaron una identidad falsa con un éxito relativo, dado que la mentira de su falsa identidad tardó en ser descubierta. Sin embargo, esta es la excepción y no la regla. Comúnmente si se es buen observador, en una persona pueden ser identificados rasgos del lenguaje corporal que pueden ser indicativos de que están diciendo una mentira.

La utilidad de entender el lenguaje corporal es tal que incluso existe una disciplina, la cinésica, que se encarga de estudiar los movimientos en las situaciones de comunicación, porque ciertamente el uso de este lenguaje es complejo e incluso puede poseer un significado cultural de acuerdo al contexto. Por ejemplo, una sonrisa puede indicar en cualquier cultura, que la persona acepta la comunicación o es accesible a esta, sin embargo, un gesto como un guiño de ojos puede ser visto indistintamente como una señal de travesura o como una señal de exceso de confianza, en dependencia del lugar donde se emita.

A nivel popular existen ciertas creencias sobre los mentirosos como aquella que dice que más pronto se reconoce a un mentiroso que a un cojo, las que sometidas a contrastación empírica demuestran que ni es tan fácil reconocer a un mentiroso ni es totalmente cierto que estos tengan siempre signos característicos que permitan detectar sus mentiras ,  Park, Levine, McCornack, Morrison y Ferrara (2002) . Pese a esto, DePaulo, Lindsay, Malone, Muhlenbruck, Charlton y Cooper (2003) dieron a conocer el trabajo meta-analítico más exhaustivo realizado hasta el momento sobre los indicadores no-verbales y verbales del engaño.

DePaulo, Lindsay, Malone, Muhlenbruck, Charlton y Cooper (2003) encontraron algunos indicadores que pueden ser tenidos en cuenta para detectar a una persona mentirosa y que se manifiestan tanto a nivel verbal como corporal:

Indicadores para detectar  la mentira :
1. Al mentir las personas responden de manera menos directa, relevante y clara que al decir la verdad, y y además, lo hacen de forma evasiva e impersonal.
2. Las comunicaciones de los mentirosos parecerán más ambivalentes y discrepantes (por ej., habrá falta de concordancia entre lo expresado a través de unos canales y otros)
3. Los mensajes de mentiras tendrán menos detalles , una estructura menos lógica  y un menor engranaje contextual que las verdades, o sea, el mensaje tendrá más ideas inconexas entre sí.
4. Las narraciones falsas también parecerán menos plausibles  y contendrán más afirmaciones negativas y quejas que las verdaderas.
5. El narrador parecerá inseguro y vacilante en su voz  y en sus palabras , dará la impresión de estar más nervioso o tenso , su voz también sonará tensa  y de hecho su tono fundamental (frecuencia de la voz) será más agudo.

Es necesario enfatizar que la implicación personal del sujeto en el acto de comunicación será menor a nivel verbal y no verbal  en las declaraciones falsas que en las verdaderas, Massip (2005).

Existen autores como Lieberman (1998) y Pease (1981/1988) los cuales afirman que taparse la boca, tocarse la nariz, frotarse un ojo o el cuello o tirar del cuello de la camisa son indicación de que el interlocutor está mintiendo. Kelley (1992, p.6) identifica “acontecimientos que ocurren rápidamente ..., en escalas pequeñas de magnitud o masa (por ej., pequeñas contracciones de los músculos faciales o cambios en la fijación ocular), y a menudo de forma invisible...”.

Los estudios realizados han demostrado que existe un conjunto de factores que deben ser tenidos en cuenta para diferenciar mensajes verdaderos y falsos, como pueden ser, la motivación del emisor, o sea, los fines que persigue con la mentira, la extensión del mensaje en función de cuánto debe argumentar para ser creíble y la preparación previa de la mentira, todos los cuales  influyeron sobre el significado y el poder discriminativo de los aspectos claves para reconocer la mentira (DePaulo et al., 2003; DePaulo y Morris, 2004). En general, todas las evidencias indican que las claves o indicadores que pueden ser utilizados para reconocer cuándo un mensaje es mentira no son aplicables a todo mensaje, sino que éstos son muy específicos de cada situación.

Todos los hechos que se han comentado anteriormente, indican que no hay muchos indicadores que realmente permitan identificar la mentira y que los existentes se aplican en función de las situaciones específicas en que se emita el mensaje por lo que no se pueden aplicar en todos los casos, por lo que aquello de que es más fácil pillar a un mentiroso que a un cojo, no es tan así. Pese a esto, existen en algunos casos algunos indicadores que pudiesen aplicarse a la valoración de la veracidad de los mensajes emitidos por algún emisor. 

Referencias bibliográficas

-DePaulo, B. M., Charlton, K., Cooper, H., Lindsay, J. J. y Muhlenbruck, L. (1997). The accuracy-confidence correlation in the detection of deception. Personality and Social Psychology Review, 1(4), 346-357. 
-DePaulo, B. M., Lindsay, J. J., Malone, B. E., Muhlenbruck, L., Charlton, K. y Cooper, H. (2003). Cues to deception. Psychological Bulletin, 129(1), 74-118. 
-DePaulo, B. M. y Morris, W. (2004). Cues to deception and indirect lie detection. En P.-A. Granhag y L. A. Strömwall (Eds.), The detection of deception in forensic contexts (pp. 15-40). Cambridge: Cambridge University Press. 
-DePaulo, B. M. y Pfeiffer, R. L. (1986). On-the-job experience and skill at detecting deception. Journal of Applied Social Psychology, 16, 249-267. 
-DePaulo, B. M., Stone, J. I. y Lassiter, G. D. (1985). Deceiving and detecting deceit. In B. R. Schlenker (Ed.), The self and social life (pp. 323-370). Nueva York: McGraw-Hill.
-Kelley, H. H. (1992). Common-sense psychology and scientific psychology. Annual Review of Psychology, 43, 1-23.
-Lieberman, D. J. (1998). Never be lied to again. Nueva York: St. Martin’s Press.
-Masip, J. (2005). ¿Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo? Sabiduría popular frente a conocimiento científico sobre la detección no-verbal del engaño. Papeles del Psicólogo, vol. 26, núm. 92, septiembre-diciembre,  pp. 78-91
-Park, H. S., Levine, T. R., McCornack, S., Morrison, K. y Ferrara, M. (2002). How people really detect lies. Communication Monographs, 69, 144-157.
-Pease, A. (1988). El lenguaje del cuerpo. Cómo leer el pensamiento de los otros a través de sus gestos. Barcelona: Paidós. (Publicado originalmente en inglés en 1982 por Sheldon Press, Londres, Reino Unido).

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