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ORIENTACIÓN Y PSICOLOGÍA

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    LAS COMPETENCIAS DIGITALES DOCENTES


    El sistema educativo actual no puede concebirse sin las competencias digitales, cuya relevancia se ha incrementado especialmente durante la pandemia. Los procesos de enseñanza y aprendizaje son cada vez más virtuales e interactivos, lo que requiere que los docentes adquieran una formación especializada. Las competencias digitales docentes comprenden un conjunto de conocimientos, habilidades y destrezas relacionados con el uso de las tecnologías, aplicados a los diferentes contextos y procesos educativos, con el fin de alcanzar metas específicas. El fortalecimiento de estas competencias es clave para avanzar hacia el cuarto Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030: “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. En este sentido, la UNESCO trabaja en aumentar la cantidad de docentes capacitados, especialmente en los países en desarrollo, para lograr una educación de calidad para todos.

    A nivel mundial, existen marcos de competencias digitales para docentes que sirven como guías para una integración adecuada de la tecnología en el ámbito educativo. En 2017, la Unión Europea publicó el Marco Común de Competencia Digital Docente, y en 2018, la UNESCO lanzó la tercera versión de su Marco de Competencias en TIC para Docentes.

    Sin embargo, en Latinoamérica la situación es diferente. Aún no se ha desarrollado un plan estándar aplicable a toda la región, debido a las marcadas brechas tecnológicas y generacionales que persisten entre los distintos países que la componen.

    Las competencias digitales avanzadas para docentes se centran en los siguientes aspectos clave:

    1. Informatización y Alfabetización Informacional
      Cada vez es más común que los docentes accedan y gestionen grandes cantidades de información mediante herramientas digitales. Por ello, es fundamental que mantengan una actualización constante de sus conocimientos y se mantengan al tanto de las últimas innovaciones tecnológicas. Dentro de esta competencia, es esencial que los docentes desarrollen habilidades para identificar y localizar información relevante, así como evaluar la fiabilidad y validez de los contenidos digitales.

    2. Comunicación y Creación de Contenidos
      Los docentes deben aprender a utilizar eficazmente las herramientas digitales disponibles para comunicarse y generar información. Esta competencia se enfoca en la creación de redes de conocimiento y comunicación tanto entre los propios docentes como con los estudiantes. Para ello, es necesario que los educadores desarrollen competencias en la creación y distribución de contenidos digitales a través de diversas plataformas y redes.

    3. Creación de Contenido Digital
      El sistema educativo debe reflexionar sobre si está preparado para el paradigma de la enseñanza virtual. En este contexto, la creación de contenidos digitales cobra una importancia crucial. Es vital que los docentes fomenten su creatividad digital, aprendiendo a diseñar métodos de enseñanza que favorezcan la interacción con sus estudiantes. Esta competencia no solo abarca la creación de nuevos contenidos, sino también la adaptación y modificación de los existentes para satisfacer las necesidades particulares de los alumnos. Un docente con alta competencia en la creación de contenidos digitales será capaz de desarrollar materiales flexibles y adaptables, adecuados para diferentes clases, niveles y modalidades de enseñanza. Además, se valoran competencias como la creatividad, la capacidad de adaptación y la habilidad para editar, reelaborar e integrar contenidos en múltiples canales digitales.

    4. Seguridad Digital
      El profesorado debe desarrollar una actitud vigilante y cautelosa respecto a la información que emiten y reciben. La protección de la identidad digital es crucial, ya que el robo de identidad puede acarrear complicaciones serias. Por lo tanto, es esencial que tanto docentes como estudiantes adopten medidas de protección y prevención. Esta competencia incluye la seguridad de los dispositivos electrónicos, la protección de datos personales, la salvaguarda de la integridad física de los usuarios y el uso responsable y sostenible de las tecnologías digitales.

    5. Resolución de Problemas
      Los docentes deben estar capacitados para resolver problemas cotidianos relacionados con el uso de herramientas digitales y ofrecer soporte técnico a sus estudiantes. Además, su conocimiento debe ayudarles a aprovechar al máximo los recursos tecnológicos disponibles, optimizando el tiempo y mejorando la eficacia del proceso educativo.

    A medida que la tecnología avanza rápidamente, las competencias digitales de los docentes se han convertido en un factor crucial para garantizar una educación de calidad. Sin embargo, existen varias brechas que aún persisten y que es necesario abordar para mejorar el proceso educativo y equipar a los docentes con las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos de la enseñanza digital. Estas brechas se pueden analizar desde varios ángulos:

    1. Brecha de formación y capacitación continua

    Una de las principales brechas es la falta de formación continua y especializada en competencias digitales para los docentes. Aunque muchos docentes han recibido una formación básica en el uso de tecnologías, la actualización constante de herramientas y metodologías digitales es un aspecto que no siempre se cubre. A menudo, los sistemas educativos no proporcionan espacios o recursos suficientes para una capacitación continua en tecnologías emergentes, lo que deja a los docentes desactualizados frente a las innovaciones tecnológicas.

    Cómo salvar esta brecha:
    Los gobiernos y las instituciones educativas deben ofrecer programas de formación continua que no solo se centren en el uso de herramientas tecnológicas, sino también en el desarrollo de habilidades pedagógicas digitales. Además, los programas deben ser accesibles y adaptados a las necesidades de los docentes, con formación práctica que les permita aplicar lo aprendido directamente en sus aulas.

    2. Brecha generacional y actitudinal

    En muchos contextos, existe una brecha generacional entre los docentes más jóvenes, que suelen estar más familiarizados con las tecnologías digitales, y los docentes de más edad, que a menudo tienen menos confianza en su capacidad para utilizar la tecnología de manera efectiva. Además, muchos docentes tienen resistencia al cambio debido a la falta de familiaridad o miedo a perder el control sobre sus métodos tradicionales.

    Cómo salvar esta brecha:
    Es importante que las políticas educativas promuevan actitudes positivas hacia el aprendizaje digital en todos los niveles docentes. La formación debe ser flexible y adaptativa para abordar las diferentes necesidades, y los programas de capacitación deben incluir mentoría y acompañamiento para superar las barreras psicológicas y de confianza.

    3. Brecha de infraestructura y acceso a la tecnología

    Una brecha fundamental se encuentra en la desigualdad en el acceso a las herramientas tecnológicas. Mientras que en algunos países y regiones los docentes tienen acceso a infraestructura moderna (computadoras, conexión a internet, software educativo), en otras, los recursos son limitados o inexistentes. Esta falta de infraestructura impide que los docentes desarrollen las competencias necesarias para integrar las TIC de manera efectiva en sus aulas.

    Cómo salvar esta brecha:
    Es imprescindible que los gobiernos inviertan en infraestructura tecnológica en las escuelas, particularmente en áreas rurales o marginadas. Además, deben garantizar que todos los docentes tengan acceso a herramientas digitales y conexión a internet de calidad, así como a recursos educativos abiertos que puedan utilizar sin limitaciones económicas.

    4. Brecha en el desarrollo de competencias pedagógicas digitales

    El uso de las tecnologías no se limita al dominio de las herramientas, sino que también implica una reconversión pedagógica. La competencia pedagógica digital se refiere a la capacidad de los docentes para aplicar las TIC de manera pedagógicamente efectiva, es decir, para integrar las tecnologías en el diseño de estrategias de enseñanza y aprendizaje que favorezcan el desarrollo de habilidades digitales en los estudiantes.

    Cómo salvar esta brecha:
    Los docentes deben ser capacitados no solo en el uso de herramientas tecnológicas, sino también en cómo diseñar actividades interactivas y contenidos digitales que promuevan el aprendizaje autónomo y colaborativo. Los programas de formación deben enfocarse en el diseño pedagógico digital, la evaluación en entornos digitales y el uso de plataformas interactivas y recursos multimedia.

    5. Brecha en el uso responsable y ético de las tecnologías

    El uso de la tecnología en la educación implica riesgos como el acoso digital, la protección de datos y la seguridad en línea. Muchos docentes no están suficientemente formados en cómo proteger su privacidad y la de sus estudiantes, ni en cómo enseñar a los alumnos a usar las tecnologías de manera ética y responsable.

    Cómo salvar esta brecha:
    Es esencial incorporar en la formación docente temas relacionados con la ciberseguridad, la protección de datos personales y la educación digital ética. Los docentes deben estar preparados para actuar como modelos de comportamiento digital responsable, enseñando a los estudiantes sobre los riesgos y buenas prácticas en línea.

    6. Brecha en la evaluación del uso de tecnologías

    Aunque los docentes suelen estar formados en métodos tradicionales de evaluación, la evaluación digital sigue siendo un área en la que muchos carecen de competencias. La utilización de herramientas digitales para evaluar de forma continua, interactiva y formativa no siempre está suficientemente integrada en la práctica pedagógica.

    Cómo salvar esta brecha:
    Los docentes deben recibir formación específica en el uso de plataformas y herramientas digitales para la evaluación continua y formativa. Esto incluye el uso de herramientas de retroalimentación digital, la creación de rubricas digitales y el uso de datos analíticos para personalizar el aprendizaje y evaluar el progreso de los estudiantes de manera más eficaz.

    A manera de conclusiones se puede afirmar que, las brechas en las competencias digitales docentes son diversas y complejas, pero son superables a través de un enfoque integral que involucre tanto a las autoridades educativas como a los propios docentes. Para salvar estas brechas, se necesita un compromiso fuerte de los gobiernos para proporcionar formación continua, infraestructura adecuada, acceso equitativo a las herramientas tecnológicas y un enfoque pedagógico que valore el uso de las TIC de manera ética, responsable y creativa.

    La superación de estas brechas no solo permitirá que los docentes se adapten a los cambios tecnológicos, sino que también garantizará que los estudiantes reciban una educación de calidad que los prepare para enfrentar los desafíos del siglo XXI.

    REFERENCIAS

    Díaz Ochoa, V. G. (2024). El reto de los maestros en el logro de las competencias digitales. Horizontes. Revista de Investigación en Ciencias de la Educación, 8(33), 1047–1068. https://doi.org/10.33996/revistahorizontes.v8i33.782  

     

    Lozano, E., Amores, R. y Olmedo, M.(2021). Competencias Digitales Docentes en el proceso de enseñanza-aprendizaje en tiempos de covid-19, Revista Cátedra https://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/9236/1/Olmedo%20C-Lozano%20V-Amores%20C-CON-001-Competencias.pdf

     

    Torres-Flórez, D., Rincón-Ramírez, A. V., Medina-Moreno, L. R. (2022). Competencias digitales de los docentes en la Universidad de los Llanos, Colombia. Trilogía Ciencia Tecnología Sociedad, v. 14, n. 26, e2246. https://doi.org/10.22430/21457778.2246  

     

     





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    EL CONTROL COMO RASGO DE LA PERSONALIDAD Y EL CONTROL COMO CARACTERÍSTICA PATOLÓGICA EN ELLA

    El problema de los rasgos de la personalidad, cuándo son normales y cuándo no, ha constituido desde el surgimiento de la psicología como ciencia, una preocupación para sus estudiosos. Poder identificar tempranamente los patrones y estilos de la personalidad y su nivel de funcionalidad, puede influir, a fin de que no lleguen a tener una cronicidad  que genere un costo elevado en términos de la calidad de vida de las personas. 

    La personalidad supone un conjunto de rasgos o  características específicas de una persona que  son propias solo de ella, tienen un carácter estable, no las comparte con nadie más. Ellas  regulan la conducta y se manifiestan a través de ella. 

     Cada personalidad es poseedora de un estilo propio, el cual determina la tendencia en que la persona va a actuar o pensar. Estas características no tienen una connotación patológica,  sino que son lo suficientemente funcionales y flexibles que le permiten a la persona adaptar sus respuestas a las demandas de la situación o el contexto en el cual se expresan. 

     Millon (1994) plantea que  en la personalidad existe un  estilo más o menos distintivo de                  funcionamiento adaptativo mediante el cual se reflejan los modos específicos de adaptación del sujeto en un ambiente previsible. Cuando estos estilos indican un funcionamiento mal  adaptado por deficiencias, desequilibrios y conflictos en la capacidad del sujeto para actuar en ese contexto, se manifiestan los trastornos de personalidad los que representarían diferentes  estilos de funcionamiento mal adaptados para relacionarse con los ambientes con que se enfrenta la persona. 

    La personalidad según Millon (1994) se divide en tres áreas (Metas motivacionales, modos cognitivos y relaciones interpersonales), a cada una de las cuales le asigna diferentes rasgos de polaridad . En el área de las relaciones interpersonales uno de estos rasgos bipolares se refiere al sometimiento y el control en dichas relaciones. Justamente en ellos vamos a centrarnos para hablar de personas controladoras. Según este autor, los individuos que se relacionan con los otros a través del sometimiento, son sumisos ante los demás y están habituados al sufrimiento, en el otro extremo, los controladores son enérgicos, dominantes y socialmente agresivos. Se ven como intrépidos y competitivos.  Ambiciosos y obstinados. 

    Todas las personas en algún momento de nuestras vidas somos controladoras, porque necesitamos regular nuestra actuación en relación al medio que nos rodea y no necesariamente por eso se nos puede tildar de que  controladores patológicos, ni eso nos convierte automáticamente en malas personas.

    Una persona demuestra ser controladora patológica cuando de manera sistemática y con intensidad establece los mecanismos necesarios para que todas las personas con las cuales se relacionan actúen en función de sus creencias y pensamientos. El comportamiento del controlador/a se orienta desde diferentes ángulos, abiertamente puede decir a los demás qué hacer y qué no hacer o de manera más discreta puede tratar de influir sobre los otros, incluso haciéndole sentir culpabilidad. Lo cierto es que ignoran las necesidades de los otros y siempre piensan en las propias por encima de cualquier otra consideración.

    El ser del controlador

    La personalidad controladora tiene serios problemas con su identidad personal y su autoestima. Suele ser alguien con altos niveles de ansiedad a la cual alimenta constantemente con su incesante búsqueda de supremacía y control. Casi siempre tras el deseo de controlar a los demás hay un trasfondo importante de inseguridad personal que le obliga a controlar a los otros para mantener un entorno que le sea familiar y en el que puedan sentirse seguros.

    Algunas personas padecen lo que se denomina apego ansioso inseguro, estado que le provocan su ansiedad y su temor a lo desconocido. Muchas veces esta misma persona desconfía hasta de si misma, su tolerancia por lo nuevo es escasa y, en consecuencia, para recuperar algo de esta buscan regular su entorno de manera que logren sentirse cómodos en él. 

    Las personas controladoras tienen algunos comportamientos característicos que permiten reconocerlas:

    1. Controla todas las situaciones: Las personas controladoras gustan de tomar ellos todas las decisiones sin dar oportunidad de elegir a las personas con las cuales se relacionan. Cuando esto sucede dentro de una relación amorosa, pueden acabar decidiendo hasta con quiénes se relaciona la otra persona, aspecto que  daña bastante la relación.

    2. No respetan la privacidad ni los límites del otro: Constantemente impiden que la otra persona tenga su propio espacio, se inmiscuyen de manera sistemática e impiden esa estructuración de un espacio personal que tanto necesitan las personas como expresión de su identidad . Puede afirmarse que la persona controladora anula la identidad de los otros.

    3. Ejercen un monitoreo constante sobre las actividades de los demás: Intentan saber sistemáticamente qué hacen los otros e incluso puede pedir evidencias de lo que realmente está haciendo.

    4. Promueven peleas innecesarias: Como forma de mantener su supremacía pueden incitar peleas como táctica de control. Lo que no puede aguantar una persona controladora es que se deje de apreciar su lugar y rol en una situación. Por eso, prefiere incluso un conflicto a no ser tenida en cuenta. El controlador no resiste dejar de ser el rey de la selva nunca ni ante nadie.

    5. Manejo de las finanzas: Otra táctica de control que pueden emplear los controladores guarda relación con el control de los gastos. Lograr la dependencia económica del otro puede ser una táctica que provoque la sumisión. Al ser dependiente la otra persona deberá acatar con menos resistencia las regulaciones puestas por el/la controlador/a.

    6. Promueven la soledad: La persona controladora busca hacerse indispensable para sus controlados, por eso, trata de aislarlo de terceras personas. Cuando en una relación amorosa, uno de los miembros de la pareja busca que el otro se separe de sus amigos habituales, posiblemente esté tratando de hacerlo más dependiente emocionalmente, por lo que podrá controlarlo conmás facilidad.

    7. Manipulan las situaciones para adaptarlas a sus deseos: Las personas controladoras pueden usar el denominado gaslighting, llevando a que sean las otras personas quienes cuestionen lo que hacen. El controlador manipula los hilos de las situaciones, de modo tal que las otras personas no se dan cuenta y acaban sintiéndose culpables. Es necesario que se distinga entre el manipulador y el controlador, ambos rasgos se relacionan pero no son exactamente lo mismo. Mientras el manipulador puede ser alguien que induce cambios en una situación para satisfacer alguna necesidad, el controlador es un manipulador constante, no puede vivir sin manipular todas y cada una de las siuaciones que se generan a su alrededor. El manipulador manipula determinadas situaciones para obtener una ganancia secundaria. El controlador manipula siempre con la finalidad expresa de dominar el ambiente a su alrededor, construirlo a su imagen y semejanza y, por tanto, autoafirmarse en él.

    8. Ejerce la monarquía de los celosos: La persona controladora debido a su inseguridad, con frecuencia es celosa y dichos celos le pueden llevar incluso  a ejercer la violencia sobre los otros. Una persona controladora no tolera ni siquiera pensar que una tercera persona invade lo que considera su territorio (sus relaciones interpersonales) y hará lo que sea necesario para impedirlo.

    Cómo actuar ante una persona controladora

    Casi todos en algún momento de nuestras vidas hemos tenido que actuar ante una persona controladora, pude ser un amigo, un familiar o la pareja, es por eso que resulta importante determinar qué hacer en estos casos, ya que someterse, nunca será la mejor opción. El amor al poder de los controladores no tiene límites, por tanto, nunca puede hallarse equilibrio en una relación interpersonal de cualquier tipo donde una de las personas ejerza esta conducta y la otra se someta. Ceder ante ellos es solo cuestión de paz momentánea, pronto el controlador encontrará nuevos asuntos que reclamen su atención como formas de apretar el cordón con el que le tiene sujeto. Es por eso, que el control al controlador debe partir del tipo de dinámica que existe en la relación que se pretende corregir:

    1. Cuando es una pareja controladora: En el caso en que se esté en una relación amorosa uno de cuyos miembros tenga rasgos controladores de su personalidad, es correcto cuestionarse si esto puede cambiar, si la respuesta es negativa, lo mejor es culminar la relación y sugerir a la otra parte que busque ayuda personal psicológica para mejorar su situación. En algunos casos como parte de su control ejercido, los controladores cometen abusos en sus relaciones. Cuando hay abusos, romper la relación es el mejor camino ya que nunca existirá la garantía de que la situación no volverá a repetirse.

    2. Un familiar controlador: Puede tratarse del padre, la madre o un hermano/a, generalmente mayor. En estos casos, la firmeza de las opiniones propias, el saber sostenerlas con asertividad y poner límites claros y consistentes a la otra parte es el único modo de alcanzar una relación aceptable.

    3. Amigo/a controlador/a: En este caso se debe tratar de conversar asertivamente del tema y poner los límites necesarios. Si esto no es respetado y la persona insiste en su actitud controladora, es conveniente cuestionar si realmente hay una amistad, posiblemente abandonar esa relación sea lo más prudente.

    Cuando alguna persona necesita controlar a otras para mantener una relación, su actitud no proviene del afecto o el amor, sino del miedo y la inseguridad. Tratar de controlar a otras personas de manera sistemática es una actitud patológica. La persona que ha estado en una relación con un controlador/a con frecuencia necesita también ayuda personal psicológica pues su propia autoestima ha sido muy maltratada  y en muchos casos no sabe cómo culminar una relación que le está provocando daño. Cualquier tipo de relación basada en el control y el sometimiento es altamente tóxica, de ahí que mantenerla es altamente cuestionable pues la salud mental de todos los implicados puede hallarse en juego, de ahí que, buscar ayuda profesional es de suma importancia para encontrar las herramientas más adecuadas de resolución.


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    LAS TRAMPAS DEL LENGUAJE NO VERBAL

    Las personas poseemos dos maneras fundamentales para comunicarnos oralmente: el lenguaje verbal y el no verbal. Ambos están presentes en todas nuestras comunicaciones. La forma verbal expresa de manera explicita el contenido cognitivo que se quiere transmitir, la no verbal le acompaña y ciertamente puede ser un indicativo que denote la coherencia (o incoherencia) del mensaje verbal. El lenguaje verbal puede ser engañoso. La persona puede estar diciendo alguna cosa mientras piensa de manera completamente diferente a lo que dice, o sea, puede estar engañando abiertamente con mentiras a su interlocutor. Esto que sucede con el lenguaje verbal es mucho más difícil con el lenguaje no verbal- también conocido como lenguaje corporal-, dado que este es más difícil de controlar conscientemente. En las personas, existen gestos corporales, una expresión facial y una postura general que indican lo que sienten cuando hablan. Solo hace falta que quien escucha los sepa interpretar.

    El lenguaje corporal tiene gran influencia en la impresión que se genera en las personas cuando se les lleva un mensaje. Existe un conjunto de signos que se emiten de manera inconsciente al hablar, que pueden ser utilizados como un criterio de credibilidad sobre lo que se dice si saben interpretarse correctamente . Detectar cuándo una persona miente puede ser muy conveniente, es por eso que aprender a observar el lenguaje corporal e identificar en él signos no habituales al hablar o signos que contradigan el significado de lo que se dice, puede ser muy importante en términos de alcanzar una comunicación interpersonal eficaz.

    Es cierto que el control del lenguaje corporal puede ser entrenado. En la historia se recogen ejemplos de personas que fueron agentes de inteligencia y por mucho tiempo representaron una identidad falsa con un éxito relativo, dado que la mentira de su falsa identidad tardó en ser descubierta. Sin embargo, esta es la excepción y no la regla. Comúnmente si se es buen observador, en una persona pueden ser identificados rasgos del lenguaje corporal que pueden ser indicativos de que están diciendo una mentira.

    La utilidad de entender el lenguaje corporal es tal que incluso existe una disciplina, la cinésica, que se encarga de estudiar los movimientos en las situaciones de comunicación, porque ciertamente el uso de este lenguaje es complejo e incluso puede poseer un significado cultural de acuerdo al contexto. Por ejemplo, una sonrisa puede indicar en cualquier cultura, que la persona acepta la comunicación o es accesible a esta, sin embargo, un gesto como un guiño de ojos puede ser visto indistintamente como una señal de travesura o como una señal de exceso de confianza, en dependencia del lugar donde se emita.

    A nivel popular existen ciertas creencias sobre los mentirosos como aquella que dice que más pronto se reconoce a un mentiroso que a un cojo, las que sometidas a contrastación empírica demuestran que ni es tan fácil reconocer a un mentiroso ni es totalmente cierto que estos tengan siempre signos característicos que permitan detectar sus mentiras ,  Park, Levine, McCornack, Morrison y Ferrara (2002) . Pese a esto, DePaulo, Lindsay, Malone, Muhlenbruck, Charlton y Cooper (2003) dieron a conocer el trabajo meta-analítico más exhaustivo realizado hasta el momento sobre los indicadores no-verbales y verbales del engaño.

    DePaulo, Lindsay, Malone, Muhlenbruck, Charlton y Cooper (2003) encontraron algunos indicadores que pueden ser tenidos en cuenta para detectar a una persona mentirosa y que se manifiestan tanto a nivel verbal como corporal:

    Indicadores para detectar  la mentira :
    1. Al mentir las personas responden de manera menos directa, relevante y clara que al decir la verdad, y y además, lo hacen de forma evasiva e impersonal.
    2. Las comunicaciones de los mentirosos parecerán más ambivalentes y discrepantes (por ej., habrá falta de concordancia entre lo expresado a través de unos canales y otros)
    3. Los mensajes de mentiras tendrán menos detalles , una estructura menos lógica  y un menor engranaje contextual que las verdades, o sea, el mensaje tendrá más ideas inconexas entre sí.
    4. Las narraciones falsas también parecerán menos plausibles  y contendrán más afirmaciones negativas y quejas que las verdaderas.
    5. El narrador parecerá inseguro y vacilante en su voz  y en sus palabras , dará la impresión de estar más nervioso o tenso , su voz también sonará tensa  y de hecho su tono fundamental (frecuencia de la voz) será más agudo.

    Es necesario enfatizar que la implicación personal del sujeto en el acto de comunicación será menor a nivel verbal y no verbal  en las declaraciones falsas que en las verdaderas, Massip (2005).

    Existen autores como Lieberman (1998) y Pease (1981/1988) los cuales afirman que taparse la boca, tocarse la nariz, frotarse un ojo o el cuello o tirar del cuello de la camisa son indicación de que el interlocutor está mintiendo. Kelley (1992, p.6) identifica “acontecimientos que ocurren rápidamente ..., en escalas pequeñas de magnitud o masa (por ej., pequeñas contracciones de los músculos faciales o cambios en la fijación ocular), y a menudo de forma invisible...”.

    Los estudios realizados han demostrado que existe un conjunto de factores que deben ser tenidos en cuenta para diferenciar mensajes verdaderos y falsos, como pueden ser, la motivación del emisor, o sea, los fines que persigue con la mentira, la extensión del mensaje en función de cuánto debe argumentar para ser creíble y la preparación previa de la mentira, todos los cuales  influyeron sobre el significado y el poder discriminativo de los aspectos claves para reconocer la mentira (DePaulo et al., 2003; DePaulo y Morris, 2004). En general, todas las evidencias indican que las claves o indicadores que pueden ser utilizados para reconocer cuándo un mensaje es mentira no son aplicables a todo mensaje, sino que éstos son muy específicos de cada situación.

    Todos los hechos que se han comentado anteriormente, indican que no hay muchos indicadores que realmente permitan identificar la mentira y que los existentes se aplican en función de las situaciones específicas en que se emita el mensaje por lo que no se pueden aplicar en todos los casos, por lo que aquello de que es más fácil pillar a un mentiroso que a un cojo, no es tan así. Pese a esto, existen en algunos casos algunos indicadores que pudiesen aplicarse a la valoración de la veracidad de los mensajes emitidos por algún emisor. 

    Referencias bibliográficas

    -DePaulo, B. M., Charlton, K., Cooper, H., Lindsay, J. J. y Muhlenbruck, L. (1997). The accuracy-confidence correlation in the detection of deception. Personality and Social Psychology Review, 1(4), 346-357. 
    -DePaulo, B. M., Lindsay, J. J., Malone, B. E., Muhlenbruck, L., Charlton, K. y Cooper, H. (2003). Cues to deception. Psychological Bulletin, 129(1), 74-118. 
    -DePaulo, B. M. y Morris, W. (2004). Cues to deception and indirect lie detection. En P.-A. Granhag y L. A. Strömwall (Eds.), The detection of deception in forensic contexts (pp. 15-40). Cambridge: Cambridge University Press. 
    -DePaulo, B. M. y Pfeiffer, R. L. (1986). On-the-job experience and skill at detecting deception. Journal of Applied Social Psychology, 16, 249-267. 
    -DePaulo, B. M., Stone, J. I. y Lassiter, G. D. (1985). Deceiving and detecting deceit. In B. R. Schlenker (Ed.), The self and social life (pp. 323-370). Nueva York: McGraw-Hill.
    -Kelley, H. H. (1992). Common-sense psychology and scientific psychology. Annual Review of Psychology, 43, 1-23.
    -Lieberman, D. J. (1998). Never be lied to again. Nueva York: St. Martin’s Press.
    -Masip, J. (2005). ¿Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo? Sabiduría popular frente a conocimiento científico sobre la detección no-verbal del engaño. Papeles del Psicólogo, vol. 26, núm. 92, septiembre-diciembre,  pp. 78-91
    -Park, H. S., Levine, T. R., McCornack, S., Morrison, K. y Ferrara, M. (2002). How people really detect lies. Communication Monographs, 69, 144-157.
    -Pease, A. (1988). El lenguaje del cuerpo. Cómo leer el pensamiento de los otros a través de sus gestos. Barcelona: Paidós. (Publicado originalmente en inglés en 1982 por Sheldon Press, Londres, Reino Unido).

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      EL DESPECHO EN EL PUNTO DONDE SE ROMPE EL AMOR

    “El amor, como la comida o el aire, 
    es necesario pero insuficiente: 
    no puede hacer por nosotros
     lo que debemos hacer por nosotros mismos”.

    Vivian Gornick

    Cada pareja tiene características específicas, así funciona, así vive, así se rompe, es entonces, cuando se produce la ruptura amorosa que cada uno de sus miembros de manera diferente lo va a experimentar con determinada y particular fuerza. Es raro que una pareja se rompa de mutuo acuerdo. Cuando esto sucede es porque sus miembros, haciendo uso de una gran madurez al tomar decisiones, ha reflexionado acerca de la supervivencia de la relación y por vías diferentes ha llegado a la conclusión de que, separarse es la mejor opción. Sin embargo, esto no es lo habitual. Casi siempre las parejas se rompen por la decisión de uno de los miembros. En ese caso y con independencia de las causas en el miembro que es sorprendido por la ruptura quedan sentimientos algunas veces no muy positivos. Uno de ellos es el resentimiento o despecho, el cual puede conducir si no es atajado a tiempo a feas situaciones, algunas de las cuales se relacionan incluso con la venganza.

    Cualquier ruptura amorosa-con independencia de sus causas-siempre es difícil. Cuando termina una relación, cada persona vive de manera diferente ese final, en función de las características que haya tenido la relación.Algunos, sufren síntomas físicos: les duele la cabeza, el estómago, dejan de dormir, etc. Otros lo elaboran a nivel psicológico, se sienten desolados, confundidos, menospreciados o peor aun, despechados. El despecho es un sentimiento de resentimiento que se sufre por algo que se considera una ofensa y en respuesta a lo cual se puede incluso, actuar vengativamente.

    Pero el despecho no es un sentimiento positivo y no ayuda a superar la ruptura, por tanto, evitarlo es deseable para continuar adelante. Ante una ruptura amorosa, se necesita mucha fuerza de voluntad para cerrar ese capítulo y continuar, de ahí el título de esta publicación. 

    Lo cierto, es que cada persona es diferente y desde esas diferencias se proyecta en el amor, algunos piensan en formar familia, otros en disfutar de momentos agradables, otros de proyectar una imagen social equilibrada, etc.; desde esas expectativas cada uno procesará su duelo ante una ruptura, porque justamente una ruptura amorosa conlleva un proceso de duelo por la pérdida, el cual deberá ser superado para dar continuidad a la vida. Algunas lo conseguirán pasado un tiempo, en otros casos habrá quien necesite ayuda psicológica.

    En aquellos que experimentan la ruptura amorosa como duelo pueden darse fenómenos que indiquen que esa persona quedó atrapada en la ruptura y  no logra superarla, habla de eso continuamente, se autoincrimina por no haberlo visto a tiempo, se niega a conocer a otras personas, a diversificar sus actividades, parece haberse detenido en el tiempo.

    Realmente las personas somos seres sociales y establecemos vínculos con otros, pero esos vínculos deben ser lo suficientemente flexibles como para cambiarlos cuando sea necesario. En caso contrario permaneceríamos unidos a ellos eternamente aun cuando nos hicieran daño, asi sucede en los casos de apego patológico a una relación. En estos casos consultar a un especialista en salud psicológica es lo más recomendable.

    De igual manera, cuando a causa de la ruptura uno de los miembros de la pareja siente al otro como culpable y en base a eso desarrolla sentimientos de rencor y desea el daño para la otra persona, es indispensable la búsqueda de las alternativas que permitan eliminar esos sentimientos nocivos, que la mayor parte de las veces dañan más al que los experimenta que al otro.

    Es normal que ante la ruptura, se sienta frustración, rabia, apatía, miedo; pero todo ello hay que superarlo si se quiere continuar adelante y remontar algo que ya pertenece al pasado y en cuyo caso, sentimientos como la venganza y el odio no cumplirán mayor función que la de mantener vivos sentires negativos que dañan la vida de quien los padece. Normalmente con el paso de los días, las emociones se van apaciguando, se ven las cosas más claras y hasta a veces se acaba dando gracias por haber finalizado una relación que pensando con mayor frialdad, tal vez no prosperaría en el futuro.

    Si esta turbulencia de emociones iniciales no desaparece al paso de los días y la persona se queda detenida en el tiempo, sumida en los deseos de venganza, de dañar al otro que considera cupable, es necesario buscar ayuda especializada, pero, antes de llegar a eso hay algunas medidas que pueden tomarse para mitigar el dolor. 

    ¿Cómo volver de una ruptura amorosa?

    Hay algunas pautas a tomar en cuenta para reponerse tras una ruptura amorosa y evitar caer en sentimientos tan negativos como el despecho:

    1. Aprenda a vivir con el duelo. Asuma que durante un tiempo le va a doler pero que usted lo puede superar.
    2. Tenga en cuenta que usted está sufriendo pero no está lo que se dice enfermo, aunque como parte de su estado a veces le duela la cabeza o no pueda dormir bien.
    3. No se autoincrimine ni culpe a la otra persona. Nadie está atado a nadie. Qué pasaría si fuera usted quien hubiese decidido terminar la relación. Es peor vivir una relación falsa donde usted no sea querido como seguramente merece.
    4, No idealice a la otra persona ni a su relación con ella. 
    5. Aunque le duela...¡Viva! El dolor puede pasar a la vida no se le debe dejar pasar.
    6. Busque ayuda en la gente que le quiere en los que le van a oir sin criticar, desahóguese.
    7. Amése, Aprenda a vivir con usted y para usted, despéguese
    8. Si siente que solo no puede lograrlo, busque ayuda psicológica.
    Finalmente, trabaje su autoestima, siéntase positivo y valioso como ser humano, digno de momentos de alegría y de recibir amor. Solo así el desamor quedará a su espalda y se abrirá ante usted la vida como la alfombra que cada uno, incluso  usted merece recorrer.

    Sufrir por una ruptura amorosa no es algo que pueda evitarse facilmente. No transcurre igual para todos ni culmina al mismo tiempo. Lleva tiempo procesar una ruptura amorosa. Como toda herida, lleva más de una cura para que cicatrice y su recuperación lleva mucha voluntad y mucho esfuerzo. Fortalecer la autoestima del propio valor como persona es indispensable si se quiere que otras personas nos valoren como merecemos.

    Ante una ruptura amorosa vale retomar las palabras contenidas en el título: el desamor a la espalda y delante la vida como una alfombra para caminar, sintiendo la alegría y el amor que seguramente usted merece, pero que debe encontrar en una persona que lo reconozca. 



    Machala, 26 de febrero del 2023
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    EL PROBLEMA DEL NIDO VACÍO.  CÓMO DEJAR QUE LOS HIJOS  ADULTOS ABANDONEN EL NIDO FAMILIAR

    En mis años de trabajo en consultorio de orientación psicológica, en más de una ocasión he atendido la demanda de ayuda de padres y/o madres de familia para el manejo de la forma en la cual sus hijos adultos han abandonado el hogar que los vio nacer. En no pocos casos este ha sido un proceso doloroso, con fustraciones de ambas partes, que pudieran haberse evitado.
    Cuando miramos en el reino animal al cual a veces y erróneamente  no consideramos nuestra pertenencia como especie, observamos cómo las crías se independizan y abandonan la manada, porque este es un suceso natural que guarda relación con la sobrevivencia de la especie; en cambio, dentro de la  humana, este puede ser un momento cargado de gran emocionalidad, agregada por el significado que el proceso de socialización le ha otorgado a la relación entre padres e hijos.
    La vida es un ciclo sin fin, todo nace, crece, se desarrolla y muere, por tanto, no hay que negar que como parte de su crecimiento cada individuo tenga etapas que transitar con sus propias funciones y tareas por cumplir. Llegado el momento, cada hijo nacido en un nido humano, habrá crecido lo suficiente como para buscar de manera independiente su  comida y su refugio. Algo que suele ignorarse es que, en la medida en que ese hijo ha ido creciendo, los padres se han ido desgastando y llegado el momento ya no estarán en la posición de proveer sustento y cuidados a un vástago en desarrollo, de lo cual este mismo deberá encargarse. Por tanto, más allá de la emocionalidad de la separación, los padres deberían entender que no pueden por siempre, incluso por razones biológicas relacionadas con su propio envejecimiento, encargarse de sus hijos. Pero, esto no es tan fácil.
    Cuando en una familia se decide tener un hijo, varias son las motivaciones que se hallan tras la decisión. En el caso de los padres, muchas veces un hijo es visto como la continuidad de si mismo, como un proyecto personal sobre el cual se estarán depositando las mejores influencias, con el fin de llevarlo hasta su adultez como individuo. Algunos padres incluso, piensan en ese hijo como su refugio en la vejez, pero la vida es mucho más compleja y aun no conozco una familia que pueda afirmar que lo que proyectaron para sus hijos pudieron alcanzarlo tal cual lo planearon. Lo que si está claro es que el advenimiento de un hijo viene acompañado de un fenómeno psicológico llamado expectativa, tal vez la de más duración que alguien pueda tener, pues deben pasar varios años antes de saber si se cumplió o no.
    Hemos hablado de los padres y cómo tienen expectativas respecto a sus hijos. Estas expectativas a lo largo de la niñez , estos las van enfrentando y crea en algunos la sensación de tener un compromiso con los padres, sin embargo, todos esos hijos en la medida en que van creciendo van generando sus propias expectativas que ya no solo están centradas en sus padres, sino en un ente superior llamado vida el que les atrae inexorablemente.
    Es claro que llega el momento en que una persona deja de ser niño, se convierte en adulto y pasa a ser responsable de su propia tutela y gestión, lo que, además, se convierte en un derecho individual. Esta situación que es perfectamente natural, no debiera convertirse en un problema. La cuestión aquí sería cómo organizar este proceso para que sea positivo para todos los involucrados y que el proceso de verificación de expectativas no se convierta en un suceso traumático para ninguno. Todos los seres humanos crecemos como sujetos psicológicos hasta nuestra muerte física, por tanto, más allá de la separación del nido, hijos y padres van a continuar creciendo pero con funciones diferentes y si el proceso de separación del nido es óptimo, en la misma dirección,aunque con sentidos diferentes: Ambos como adultos pero con nidos propios. Llegado el momento, los hijos se van del hogar paterno, pero este abandono físico no tiene porqué ser también abandono emocional, ahora llegó el momento de mantener el vínculo con los padres, como adultos iguales, con responsabilidades diferentes en una relación de no dependencia mutua.

    ¿Cómo reordenar sus relaciones con los hijos que llegan a la adultez?

    Una de las cuestiones que suelen preocupar a los padres cuando los hijos llegan a la edad adulta tiene que ver con la manera en que estos gestionan su adultez. Luego de muchos años, llegó el momento en que estos se responsabilicen con su propio sustento y tengan que cumplir con determinadas responsabilidades sin la supervisión de los padres. Este es un momento que genera mucho estrés. Los padres temen que sus hijos adultos no sean capaces de sostenerse con sus propias piernas. Toca reorganizar el tipo de relaciones que se ha mantenido con ellos desde el nacimiento. Donde siempre predominó el afecto, ahora el respeto viene a gobernar aunque no desaparezca el afecto. Justamente ahí viene la primera recomendación:

    Deje a sus hijos ser adultos:  Ningún adulto es el fruto de un día, la verdadera adultez se alcanza cuando somos capaces de andar con nuestras propias piernas y volar con nuestras propias alas. Nuestro aprendizaje en la adultez tiene una base importante en lo que aprendimos durante la niñez, pero se nutre, especialmente, de las experiencias que adquirimos en la propia adultez. Si nuestros padres están ahí, para determinar qué y cómo aprendemos, no seremos los actores de nuestro aprendizaje. Por tanto, hay que dejar que cada uno tenga sus propias experiencias, todas ellas, las positivas y las negativas enseñan. Deje a su hijo construír su propia historia, la que pasados unos años podrá contar a sus propios nietos.

    Mantenga una comunicación continua y fluida: Es lamentable ver cómo en algunos casos una maravillosa relación padres-hijos durante la niñez, se convierte en un campo de batallas al arribar estos últimos a la adultez. En la medida en que sus hijos se van volviendo adultos, genere espacios de conversación frecuentes. No deje la conversación solo para temas que considere importantes para usted o para él, dése el tiempo de saber qué es realmente importante para su hijo, se asombrará al darse cuenta que no siempre van a coincidir pero si lo harán en muchos casos, no se olvide que usted fue su maestro, así que un poco de su pensamiento está en él, pero con ojos nuevos. Trate de descubrir sus expectativas, no con sermones, hable a su hijo como lo haría con otro adulto cualquiera, de tú a tú, no establezca rangos ni ponga etiquetas, sea capaz de reír y compartir la risa. No trate de demostrar que usted es un maestro de vida, porque usted sabe que no lo es, solo ha vivido un poco más. Dele a su hijo la oportunidad de descubrir que usted se ha equivocado pero  ha procurado remediarlo porque eso hacen las buenas personas.

    Libere a su hijo: Si usted olvidó sus miedos cuando llegó a adulto, sería bueno que lo recordara para que pueda entender cuán confundido puede estar su hijo, pero un primer momento de suma importancia para él, es saberse libre para tomar decisiones y eso no sucederá si usted no lo libera. A veces suelen darse situaciones ambiguas del tipo, "no se qué me toca hacer o en qué mis padres me seguirán apoyando". Propicie desde la adolescencia situaciones como "Te apoyo financiando los materiales para tu proyecto de curso pero siéntete libre de hacerlo y asumir la calificación". De ese modo se van creando premisas como, "mis padres están ahí para apoyarme, pero soy el jefe del asunto". Los padres no deben ser responsables por siempre de los actos de sus hijos, ni estos deben sentir que sus padres son sus cuidadores por siempre. En una relación sana entre los padres y sus hijos adultos es característica la libertad de hacer y decir para ambas partes y la toma de acuerdos en los que cada uno aporte una parte para dirimir diferencias de opinión.

    No imponga: No busque controlar la libertad de sus hijos adultos con imposiciones, tampoco se autovictimice para que se mantengan a su vera.  Envíe adultos independientes a la vida. Esté dispuesto a apoyarlos, cuando lo necesiten pero no fuerce su apoyo, dele tiempo para que lo solicite. Esté disponible cuando le pida consejo, ayuda o apoyo; entregue su sabiduría sin sermonear ni alardear, su hijo es joven, aun no ha aprendido lo que usted, ya lo está haciendo cada día, con cada nueva experiencia. No haga distinciones entre sus hijos adultos solteros y los casados. Todos tienen igual derecho a su independencia y a tomar sus decisiones. Para sus hijos debe quedar claro que a partir de su adultez hay decisiones que son suyas solamente: la profesión, el trabajo, la selección de la pareja, el número de hijos, etc. forman parte de una larga lista de eventos para los que no cabe esperar ayuda de sus padres, le toca a él tomar decisiones.

    Si ya no puedo decir a mis hijos qué hacer ¿para qué sirve mi vida?

    Así opinan algunos padres de mediana edad cuyos hijos han alcanzado la adultez, parece que con ello se les acabó la vida y ya nada pueden hacer. Para cumplir con las recomendaciones anteriores sobre el manejo de su relación paterno filial con sus hijos adultos, lo primero es reordenarnos nosotros mismos como seres humanos y ya no como padres.

    Inicialmente se necesita comprender que si nuestros hijos adultos necesitan su independencia, como padres también llegó la hora de recuperar la que perdimos durante el período de crianza. Sin embargo, algunos padres desarrollan tal sentimiento de apego a sus funciones parentales que entran en crisis cuando dejan de desempeñarlas o estas se transforman. Hay que combatir el ego, dejar de creernos los super padres y entender que la función como proveedores terminó. Es el momento de dejar de consentir a los hijos y comenzar a consentirse un poco uno mismo , dar los paseos pospuestos porque no eran suficientes las vacaciones escolares, leer los libros que no se leyeron porque tantas tareas domésticas no  dejaban suficiente tiempo para la lectura, etc. Si sus hijos adultos no son sus esclavos, usted no lo es tampoco de ellos. Con pena escucho a padres que afirman que luego de la salida de sus hijos del hogar, ellos pasaron a padres categoría B: "ve al super por pañales para el nieto", "ve a la escuela a recoger al nieto", "Ve y cuida a los nietos para que sus padres celebren el día del amor" y así una lista interminable que demuestra que se ha producido un tránsito del padre esclavo al esclavo padre.

    Para los hijos como para los padres debe quedar claro que la función de padres proveedores culminó. A partir de ahora, ellos están bajo sus propias condiciones. Esto no significa que no va a existir una relación entre padres e hijos, pero es una relación que tiene sus límites. Usted estará disponible cuando lo necesiten, pero nunca esa necesidad será tal que usted ponga su vida en pausa para seguir la de sus hijos o nietos. Establecer esa relación en la cual hijos y nietos saben que sus antecesores son felices, autónomos, viven una vida en la cual ellos son contemplados como una parte importante pero no la única, es emocionalmente sano para todos.

    En consulta de orientación he atendido a padres que demandan ayuda porque su hijo o su hija se va de farra y le deja a sus nietos, a veces durante días. En esos casos, la excusa es siempre la misma, " el pobre niño no tiene la culpa", tras esa excusa se sigue manteniendo la sobreprotección sobre el hijo o la hija adulta que no es responsable con los propios porque su respectivo padre o madre es el comodín que acuna su irresponsabilidad paterna o materna. Nunca he visto, pese a que llevo ya varios años desempeñándome como orientadora que al irresponsable se le plantee de manera firme, hoy no voy a cuidar a mi nieto porque tengo esta o aquella obligación. Parece que existe el temor a perder el afecto del hijo y el nieto con una negativa. Así he visto posponer aniversarios, celebraciones, etc. Ante esto pregunto, qué pasaría si usted viviese en una ciudad lejana, posiblemente su hijo/hija adulto debería buscar una alternativa diferente a convertirlo en el abuelo/abuela cuidador. Finalmente, existen instituciones oficiales ante las cuales deben responder las familias y no dejar desprotegidos a los niños. Si usted en su momento cumplió sus funciones como padre por qué solapar a sus hijos para que hoy no cumplan las suyas a cabalidad. Existen muchas formas de sobreproteger como padres a nuestros hijos, cuando son pequeños y en la adultez.

    Si tiene hijos adultos o que se acercan a serlo, re/ordene sanamente sus relaciones con ellos. Plantéelas de manera diferente, establezca límites y aprenda a vivir con ellos.

    Machala, 24 de febrero del 2023

     

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    ¿Cuánta adicción sientes por los videojuegos?



    En la última década el aumento y popularidad de los videojuegos como un fenómeno de ocio y entretenimiento se ha convertido en una parte cada vez mayor de la vida cotidiana de jóvenes y adultos. Con avance tecnológico acontecido en los últimos años se ha vuelto aun más fuerte el desarrollo de la industria de los videojuegos, lo que a su vez  ha acrecentado el consumo de videojuegos. Desde hace unos años han surgido una serie de revisiones dedicadas al análisis tanto de  los efectos positivos de los videojuegos, así como los efectos más negativos.

    Resulta importante entender el uso del término adicción a los videojuegos como el uso excesivo de videojuegos, hasta llegar al punto de interferir con la vida de la persona y con el cumplimiento normal de sus actividades diarias. No por el hecho de ser un videogamer significa que la persona es adicta, hay que tener en cuenta otros factores como la frecuencia con la que se juega. Para que pueda realizarse el diagnóstico de trastorno por videojuegos, la problemática debe de evidenciarse, al menos, durante un período de 12 meses.

    La popularidad de los VDJ ha traído consigo el debate social entre padres, educadores y niños-jóvenes acerca de esta manera de ocio siendo, en líneas generales, la opinión pública poco favorable a este tipo de juguetes. Este rechazo viene en parte por el desconocimiento de los videojuegos y de la utilización que se hace de los mismos (fundamentalmente por parte de los niños) generando una actitud reacia frente a ellos (León, 2010, pág. 7).

    Se ha generalizado la idea de que el hábito de los videojuegos influye de manera negativa sobre otras áreas de la vida como interacción social o el rendimiento académico, aunque si bien es cierto que un elevado número de horas de juego influir negativamente, bajo la correcta supervisión puede mantenerse un equilibrio entre los videojuegos y las actividades cotidianas sin que existan daños o intervenciones en la vida normal de la persona.

    Según aparece en la nueva edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11)  el Trastorno por  uso de videojuegos posee tres criterios a la hora de diagnosticar. Como primer criterio la Falta de control, este indica la incapacidad de la persona de ejercer el control voluntario sobre su comportamiento en relación al uso de videojuegos, seguidamente la Prioridad al juego, hace referencia al tiempo invertido por encima de las obligaciones o actividades diarias, por último la Continuación o escalada de la conducta, dispone que la persona afectada por el trastorno experimentará una escala en su conducta, la cual va a continuar a pesar de los daños que pueda tener sobre su salud,  incluso podría aumentar.

    No hay duda de que jugar con los videojuegos continuará aumentando en la población general a lo largo de los próximos años y que si las patologías sociales (incluyendo la adicción a los videojuegos) existen entonces, sería realmente un área de desarrollo que debería ser de interés y de preocupación para todos aquellos implicados en el campo de la investigación en adicciones (Griffiths, 2005, pág. 459).

    La problemática de la adicción a los videojuegos ya es una realidad, aunque todavía en gran mayoría de existe una especie de escepticismo al establecer una relación entre los conceptos de adicción a los videojuegos y el concepto de adicción, entendiendo la adicción solo como la ingesta de drogas.

    El uso de los videojuegos no va en detrimento de otras actividades de ocio más educativas, ni de una menor dedicación a otras actividades sociales, culturales o de ocio que se pudieran considerar más constructivas ya que, en algunos casos, los jugadores acostumbran incluso a superar en estos aspectos a los no jugadores (León, 2010, pág. 8).

     

    Referencias bibliográficas

    León. R. (2010). Los adolescentes y los videojuegos. pág. 1-10.

    Griffiths. M. (2005). Adicción a los videojuegos: una revisión de la literatura. Psicología Conductual. v. 13, n. 3, pág. 445-462.


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    LA ORIENTACIÓN EN LOS MARCOS DE LA PSICOLOGÍA





    ¿Arte o herramienta?




    Varias son las profesiones sociohumanísticas que incluyen la orientación dentro de sus herramientas. Orienta el maestro, el abogado, el médico, etc.; sin embargo, existen diferencias entre todos estos profesionales a la hora de realizar la orientación, aun cuando en todos coincide el carácter de ayuda de esta práctica. La orientación psicológica es una práctica profesional que surge como un espacio profesional para potencializar recursos personales, dada la necesidad de que el hombre es un ser en desarrollo, enfrentado a nuevos retos y conflictos en pro de ese crecer que exige una reconstrucción de su experiencia, aún más flexible en un mundo de orientaciones y desorientaciones (1).
    La orientación como disciplina tuvo sus inicios  en los primeros años del siglo XX, ligada    al auge de la industria en Estados Unidos.  El primer laboratorio de orientación conocido, se abrió en la ciudad de Boston gracias a los trabajos de  Frank Parsons (1854-1908), a quien se le considera el autor del concepto de Orientación Vocacional. Él fundó en  Boston la primera oficina de Orientación Vocacional en la que ofertaba una bolsa de trabajo y seleccionaba a los jóvenes candidatos de acuerdo con sus habilidades. Parsons presta atención al análisis y diagnóstico de las capacidades de las personas ante la elección vocacional.
    El periodo entre las dos guerras mundiales marcó el inicio de una forma particular de orientación, el counseling, a partir de lo cual la orientación pasó de ser un concepto a convertirse en un programa. Fue una época muy rica para su desarrollo, durante la cual se incrementó su actividad encaminada a las ocupaciones, el uso de materiales auxiliares de estudio, y su incorporación a centros docentes y actividades extracurriculares, entre otras. Fue el punto de partida para lo que hoy se conoce como Orientación. En la década de los setenta proliferan movimientos de renovación en orientación, como la educación para la carrera, educación psicológica, orientación para la prevención y el desarrollo; que coexisten con otros enfoques más tradicionales, lo que propició una gran diversidad en las prácticas de orientación.
    En 1953 los trabajos de Donald Súper,  amplian su aplicabilidad para las mujeres, grupos minoritarios, culturales. Él crea variables para integrarlas.     La propuesta de Súper trajo consigo la posibilidad de medir, experimentar y comprometer un conjunto de variables en favor de orientar sobre formación profesional y vocacional. Su carácter longitudinal le confirió un espacio entre los planteamientos del momento, a saber: teoría de ajuste de la carrera, las personalidades profesionales de Holland, la visión de Gottfredson sobre el compromiso sociocognitivo con la carrera (Leung ,2008). La voz de Súper se extendió por América del norte, Europa, África, Australia y Asia. 
    A partir de los criterios de Super Progresivamente empezó a resultar común la revisión de las etapas y tareas del desarrollo vocacional, la madurez profesional, funciones de la vida, como insumo para explicar los aspectos del desarrollo Profesional, la construcción personal y profesional en la variación de los valores y preferencias del trabajo y el autoconcepto. En este contexto, la madurez vocacional empieza a utilizarse como medida (Leung, 2008) y a partir de aqui se inicia la orientación encaminada a su desarrollo. 
    Durante mucho tiempo predominó un enfoque clínico de la orientación, ello implicó según plantea Alonso (1998) que: "en la medida en que proporciona una investigación amplia sobre la personalidad del sujeto, identifica y aborda sus situaciones de conflicto; busca comprender la estructura y funcionamiento de sus aptitudes; ayuda en la elaboración de la problemática vocacional; colabora para detectar las interferencias que el individuo sufre en ese momento de la selección; y favorece al sujeto en sí, en cuanto a la construcción de un proyecto de vida más compatible con sus reales intereses y potencialidades" (p.3). 
    Ramírez (2007) considera que la orientación psicológica nació en respuesta a diferentes exigencias del desarrollo social; por lo que se fue contextualizando al área escolar, el área laboral, familiar y personal  para de una forma u otra promover el crecimiento.  
    A lo largo de la vida, se presentan demandas o exigencias para las cuales los seres humanos deberán encontrar oportuna solución. En ese proceso  las personas pueden experimentar sensaciones de disconfort, ante las cuales pudieran necesitar  de una conveniente orientación con la finalidad de que retomen su equilibrio emocional. Cuando el individuo es sano y puede constructivamente asumir con la orientación necesaria por parte de un profesional, este puede asumir constructivamente cualquier proceso de cambio.

             ¿ CUÁLES SON LOS REQUISITOS DE LA ORIENTACIÓN PSICOLÓGICA 
               QUE LE DAN SU TOQUE ARTÍSTICO?

    Todo profesional que hace orientación psicológica se enfrenta a un sinnúmero de variables paticipantes, como pueden ser: la demanda de orientación, el problema en el que se enmarca, el rol que le corresponde asumir, los recursos que necesita emplear; todo ello le otorga una peculiaridad al proceso de orientación, el que no puede repetirse en ningún caso, antes bien, cada problema es único y lleva un abordaje diferente, esto conduce a una recreación continua de la orientacón como proceso, la que debe contextualizarse a cada caso y a cada situación. Para ello se necesita un proceso de orientación de carácter científico, con el uso de las herramientas que la psicología como ciencia le brinda a sus profesionales, pero en un entorno ameno, despojado de sentencias reticentes y dotado de pautas de interacción que propicien una relación sana y positiva en la cual tanto el orientador como el orientado aunen sus potencialidades para resolver la demanda de la orientación. Es justamente esta característica de recrear cada situación de orientación desde sus peculiaridades la que le da un cierto continente artístico o de representación de roles a la orientación y hacen del orientador  "el artista" capaz de organizar una narración diferente del problema que el sujeto le está planteando, con la utilización de las herramientas propias de su hacer profesional, para que ese sujeto pueda re orientar su actuación, asumiendo perspectivas y argumentos diferentes, no enfocados en el conflicto subyacente a su demanda, sino en su solución.
    Como plantea Calviño (2000) el orientador debe manifestar una actitud empática, sensible y con una congruencia en el decir, en el pensar y en el actuar. Debe tener una entrega consciente y comprometida al proceso de orientación y a la solución efectiva de la demanda de orientación a sus servicios.  
    Este propio autor plantea los recursos para que sea efectiva la orientación psicológica: 
    1. Ayudar es acompañar, facilitar, colaborar, guiar; no es recetar, aconsejar, suplantar.  
    2. Trabajar las manifestaciones presentes porque el pasado es sentido y vivido por la percepción presente que tiene del pasado. 
    3. Tener presente los límites en la relación orientador–orientando (afectivos, tiempo, acción).  
     4. Definir la relación de ayuda a través de la «tríada procesal»: motivo-demanda-problema.   
    5. El proceso de orientación psicológica busca una meta y no una solución. 
    6. Llevar la lógica del proceso con la lógica verbal del sujeto. 
    7. El cambio psicológico no es una nueva personalidad; es una habilidad y/o capacidad para poder actuar, relacionarse, comprenderse mejor. 
     8. No minimizar el dolor del cliente; hay que respetarlo, todo cambio es doloroso. 
    9. No trabajar con las manifestaciones afectivas latentes, sino con las manifiestas por el sujeto. 10. Cuestionarse el problema que plantea el sujeto. 
    11. Buscar y legitimar las expectativas y necesidades en lo que el sujeto quiere, lo que puede y en lo que cree. 
     12. Sistematizar el cambio psicológico en las diferentes áreas de vida del sujeto, legitimando sus manifestaciones emocionales (Calviño, 2000). 
    Como puede apreciarse la orientación como campo de acción profesional se mueve dentro de límites imprecisos dado que no solo requiere del dominio de determinadas herramientas profesionales sino también de la implicación de características de la personalidad del orientador, vistas como un complemento que sazona el proceso y le agrega un valor humano importante a las prácticas de orientación, como espacio compartido entre una persona que necesita ayuda y un profesional preparado y dispuesto a brindarla.

            Referencias bibliográficas 

    Alonso, A. (1998). Algunos tipos de orientación en Cuba. Facultad de Psicología Universidad de La Habana. http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1414-88891998000200004 
    Calviño, M. (2000). Orientación psicológica, esquema referencial de alternativa múltiple. La Habana: Editorial Científico Técnico.
    Leung, S. A. (2008). The Big Five Creer Theories. International Handbook of Career Guidance, 115.129.
    Ramírez, Y. (2007). La Orientación Psicológica, un Espacio de Búsqueda y Reflexión Necesario para Todos. REMO, volumen 4, nro 10. 

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    PERFIL DE LA AUTORA

    Dra. Odalia Llerena Companioni

    Graduada como psicóloga (Cuba, 1984), Máster en Ciencias de la Educación (Cuba, 2007), Dra. En Ciencias Pedagógicas (Cuba, 2013). Orientadora, profesora, conferencista

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